lunes, 1 de agosto de 2011

El otro


En un estudio realizado por Wellness & Image Group, en actividades sobre Proyección de Imagen, dirigidas al sector empresarial, a un amplio grupo de participantes de perfil profesional, ambos sexos y entre 25 a 40 años, se les preguntó que les agradaba más de sí mismos, menos de un diez porciento se refirió a su aspecto físico, y los pocos que lo hicieron fue para resaltar rasgos con una valoración negativa.

Cuando, en el análisis sobre la relación con el cliente, se les consultó sobre que era lo primero que veía un hombre en una mujer y viceversa, que le atraía más a la mujer de un hombre, sin embargo, las respuestas generalizadas fueron orientadas al aspecto fisico. El sector masculino se focalizó hacia la figura de la mujer, y las damas ante todo, en la buena presencia del hombre, para posteriormente expresar que éstas tenían connotaciones sociales, y sobre todo económicas. Ante este hecho, al parecer, en algunos casos, vemos a otros antes que a nosotros mismos.

Evidentemente, en la sutil contradicción de estas respuestas hay razones de orden psicológico, social y cultural que aportan indicios sobre el sentir y la comprensión de la autoimagen corporal. Por alguna razón, el espejo se voltea primero hacia el otro. El fenómeno radica, en lo que el otro me proyecta pero, mi propia imagen no proyecta. ¿Debe ser invisible, es inexistente, no importa? O bien, es sólo un tema de desconocimiento del potencial de este recurso intrínseco en la naturaleza humana.

Entre las premisas vitales del contexto comercial empresarial, están la captación, mantenimiento y fidelización del consumidor de bienes y servicios. En muchos casos, se orienta al empleado a una lectura a priori del otro, en la notoria valoración de la indumentaria del cliente como reflejo de su capacidad finaciera. No está demás añadir, que este cliché pudiera ser bastante relativo, a veces lo que se proyecta engaña. Lo que resulta increible es apreciar, cómo en algunos casos las operaciones con el cliente son realizadas por personas que, consciente o inconscientemente, son ciegas o son mantenidas en la ceguera respecto a su autoconcepto y potencial. Indudablemente esto no debería suceder y menos en la tan difícil tarea de relacionarse con la gente.

Es entonces imprescindible superar la ceguera, la solución se enfoca en la educación, hasta qué punto somos conscientes de lo que somos y hasta dónde podemos llegar en la edificación de nuestro ser hacia la autosuperación personal y profesional. Publicado en el periódico El Venezolano, Ciudad de Panamá, el día 22/07/2011.

viernes, 15 de julio de 2011

Imagen versus Imagen


          Ante la vorágine de un mundo en expansión, cada vez más complejo, de comportamiento global multicultural y, donde Panamá, está hoy por hoy a la vanguardia en la región, sentimos que nos enfretamos a demandas profesionales cada vez más exigentes. En este sentido, ante la alta competitividad, tratar la imagen profesional se vuelve de especial importancia.

Para atender este aspecto, hemos estudiado la correlación entre la imagen personal y profesional, en donde el rigor técnico indica que para lograr el resultado deseado, debemos reconocer primero las identidades. Se entiende por identidad personal la esencia de la persona, que se compone por su genética, características psicosociales, económicas, educativas, culturales y espirituales, es lo que fue, es y lo que se desea ser. Por otra parte, la identidad profesional es la serie de conocimientos adquiridos en el área específica de la profesión, las competencias sumadas a ciertas habilidades y talentos.

Como vemos interviene un elevado componente socio-educativo y cultural, que se expresa en un modo de ser y que sin perder el gentilicio y los rasgos culturales propios, tendrá que acoplarse a una perspectiva de internacionalización en la continuidad del empredimiento de negocios y el crecimiento de la nación. En esa demanda, la imagen profesional se convertirá en un proceso razonado de autotransformación física y psicológica, para la estimulación y manejo de una determinada percepción que la gente tendrá sobre la persona, en un contexto y tiempo estipulados. Cómo se hace esto, a través de la simbolización y codificación del cuerpo, habla y acciones.

Sin embargo, llevar a cabo la proyección de ambas imágenes, requiere del desarrollo de procesos específicos. Por ejemplo, que las organizaciones decidan mejorar la imagen profesional de sus empleados, aporta grandes ventajas como: elevar el sentido de pertenencia, favorecer el clima organizacional, las relaciones públicas, la calidad del servicio y el fomento de una buena reputación, que debería proyectar la imagen corporativa hacia un crecimiento positivo. Como bono extra, tal preparación influirá positivamente a nivel personal, ya que inducirá al autoreconocimiento, a la confianza en si mismo hacia el logro y la autosuperación, ayudará a ubicar fortalezas y áreas de oportunidad a partir de una mejor autoimagen, potenciando las destrezas comunicacionales y relacionales al hacerse la persona consciente de la importancia de obrar una adecuada actitud profesional. Publicado en el periódico El Venezolano, Ciudad de Panamá, el día 08/07/2011.